Heridas y desconfianzas detrás de la triple fuga
Cabos sueltos e interrogantes sin respuestas
Fuente: El Dia 12/01/2016
En los gobiernos nacional y provincial respiraron con alivio. La detención, finalmente, de los tres prófugos de General Alvear sin haber herido a nadie y sin condiciones de ningún tipo, es -después de todo- el desenlace deseado. Pero en el propio oficialismo reconocen que todo el episodio ha desnudado situaciones aún más complejas y desafiantes de lo que habían imaginado.
*) El gobierno de María Eugenia Vidal está convencido de que en la fuga hubo complicidad del Servicio Penitenciario provincial. Eso revelaría un altísimo nivel de podredumbre y corrupción en esa estructura, superior incluso al que se había diagnosticado al hacerse cargo de la Provincia.
*) Sospechan que en la huida alocada por paisajes del Conurbano, y luego por Santa Fe, los prófugos contaron con alguna protección policial. La administración bonaerense ha profundizado, sobre esta base, desconfianzas sobre algunos sectores de la Bonaerense.
*) También ha quedado afectada la relación del Ejecutivo provincial con sectores de la Justicia. En la administración de Vidal creen, concretamente, que no tuvieron el respaldo que esperaban de la Procuradora de la Suprema Corte. ¿Quedará todo en un cortocircuito que abrirá un frente de tensión institucional? ¿O se promoverá el enjuiciamiento de la funcionaria judicial?
*) El Gobierno nacional también ha engendrado profundas sospechas a partir de la convicción de que le plantaron información y pistas falsas para dificultar la captura. El hecho de que el sábado se hubieran dado por detenidos a los tres prófugos, cuando sólo habían capturado a uno, desató una ola de desconfianza que involucra a sectores de la Federal, la Gendarmería y el propio Poder Judicial. Por ahora no hay precisiones, aunque la ministra Bullrich prometió un informe que, supuestamente, echaría luz sobre estas anomalías.
*) Más allá de presuntas complicidades, también quedaron en evidencia la impericia y las limitaciones de las fuerzas de seguridad en algunos procedimientos. Los prófugos -que tuvieron ayudas pero no el respaldo de una organización sofisticada ni abultados recursos- lograron mantener la huida durante demasiado tiempo. Algunos creen, inclusive, que ni siquiera fueron capturados y que, en rigor, se entregaron, ya exhaustos, casi deshidratados y psicológicamente agotados. Por momentos fallaron las comunicaciones en el comando que desarrollaba la búsqueda, hubo falta de coordinación entre fuerzas, recelos evidentes entre Gendarmería y la policía santafesina, carencia de recursos indispensables. Se vio, en determinados capítulos de la persecución, a fuerzas con equipamiento insuficiente y profesionalismo menguado. Nada que no se supiera, pero en dosis que quizá hayan sorprendido a algunos nuevos funcionarios.
*) Los ministros de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, y de la Provincia, Cristian Ritondo, sufrieron un desgaste prematuro en el medio de esta secuencia. En sectores oficialistas admiten que eso genera preocupación, porque son los funcionarios que deberán asumir ahora el complejo desafío de encauzar reformas estructurales en las fuerzas bajo su conducción. Ritondo había quedado descolocado cuando dijo, hace diez días, que los tres delincuentes estaban “cercados” y que ya se “negociaba” su entrega. Resultó un diagnóstico errado y apresurado. Bullrich fue, el sábado, la que informó al Presidente sobre la detención de los tres prófugos cuando sólo se había detenido a uno. ¿Le dieron información falsa o hubo ligereza y negligencia allí donde debía haber cautela y profesionalismo? Ni Macri ni Vidal pensarían ahora en relevo de ministros. Pero no se oculta cierta sinsabor.
*) Queda también entre signos de interrogantes la situación del nuevo jefe del Servicio Penitenciario que acababa de designar Vidal. Se trata de Fernando Díaz, un hombre que viene “del sistema” y que ya ocupó esa misma función durante parte de las administraciones de Felipe Solá y de Daniel Scioli. Cerca de la Gobernadora empiezan a preguntarse si esa designación no queda de algún modo superada por lo que ha revelado la triple fuga de Alvear.
No había cumplido un mes en el poder cuando el Gobierno se veía obligado a enfrentar las alternativas inesperadas de esta triple fuga que mantuvo al país en vilo durante quince días. En la administración bonaerense -urgida además por una angustiante situación económica y por las resistencias que ha encontrado para aprobar el Presupuesto- admiten que esto altera de algún modo las prioridades y obliga a encarar con mayor celeridad de la prevista reformas profundas en algunas estructuras del Estado.
¿Hubo alguna subestimación de la magnitud de los problemas estructurales que afectan desde hace muchos años a la Policía y al Servicio Penitenciario bonaerenses? En el gobierno de Vidal se limitan a reconocer que no esperaban un episodio de esta envergadura a pocos días de asumir.
Públicamente, el Gobierno está enfocado en transmitir confianza y la convicción de ir “a fondo” en la lucha contra el narcotráfico. Puertas adentro, reconocen que todo el episodio de la triple fuga debe promover una revisión y nuevos diagnósticos para saber dónde están paradas las administraciones que apenas han dado sus primeros pasos.
Tanto en la administración nacional como en la de la Provincia saben que hay una sola forma de salir bien parados de esta compleja coyuntura. Exhibir, en un tiempo razonable, resultados concretos en el declarado objetivo de luchar contra el narcotráfico. Si ya sabían que no iba a ser fácil, les ha quedado dramáticamente claro con el correr de estas horas de tensión e incertidumbre.
Las detenciones concretadas ayer aportan, al menos, una cuota de sosiego. Pero cerca de Vidal saben que el respiro no durará mucho. La triple fuga no fue -aunque tuvo mucho de eso- sólo el acto audaz, alocado y criminal de tres individuos dispuestos a matar o morir en el intento. Fue la demostración, hasta grotesca, de que la mezcla de corrupción e ineficacia en estamentos clave del Estado pueden desembocar en situaciones tan peligrosas como increíbles.
Con esta certeza sobre la mesa, el Gobierno bonaerense evalúa los próximos pasos. Definen a lo de ayer como un punto de partida. Pero saben que hay poco para festejar.
En los próximos días podrían presentarse iniciativas y adoptarse medidas para encaminar una política de Estado que le dé marco a la lucha contra la corrupción y el narcotráfico. Por ahora sólo hay borradores.
Una obsesión empieza a rondar al Gobierno nacional: encontrar lo antes posible al presunto ideólogo del triple crimen de la efedrina, que se mantiene prófugo desde hace casi cuatro años. Si el objetivo se lograra, se habrá dado un primer paso adelante y se podrá hablar de un triunfo importante. Por ahora, las recapturas de los prófugos, en medio de una dramática odisea que deja muchos puntos oscuros, apenas representa un empate.
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