"Nunca es bueno para un país que una ex presidenta caiga presa"
El ministro Germán Garavano blanqueó la preocupación del Gobierno por la situación judicial de Cristina Kirchner y su núcleo de poder. El titular de la cartera de Justicia pidió prudencia a los jueces y no sobreactuar las causas que se tramitan en Comodoro Py, confirmando así el freno de Mauricio Macri al incipiente proceso de Mani Pulite que vive el país.
"Nunca es bueno para un país que una ex presidenta caiga presa", declaró Garavano, reavivando el debate afuera y sobre todo adentro de Casa Rosada, respecto de cómo pararse frente al avance de fiscales y jueces en contra de la administración anterior, lo que podría desestabilizar institucionalmente al país.
LPO había advertido que era un camino riesgoso para Macri el fogoneo a las acciones judiciales contra la ex Presidenta. Es que el proceso puede ingresar en un peligroso círculo de paranoia y vale todo, justo en un clima económico delicado donde empiezan a sentirse con fuerza las protestas sindicales.
La posición de Garavano viene a dar respuesta, acaso, a un llamativo parate en el avance sobre Julio De Vido, el hombre que está involucrado de alguna u otra manera en todas las sospechas de corrupción de la era kirchnerista.
Los tribunales federales se convulsionaron los últimos días cuando trascendió que un magistrado tuvo que suspender a último momento un allanamiento al ex ministro de Planificación y actual diputado nacional, aparentemente por presión política.
La marcha atrás sobre De Vido alimentó la sospecha de un pacto entre el ex funcionario y el Gobierno, con el antecedente de que el macrismo no hizo nada por rechazar la designación del diputado como titular de la estratégica comisión de Energía en la Cámara baja.
"Yo creo que eso nunca es bueno. Mi sensación es que con estas cosas hay que ser muy prudentes y no sobreactuar. Entiendo que hay hechos que nos irritan; sobre todo en estos momentos tan duros para el país cuando se están pagando los costos de la fiesta. Pero eso no justifica avanzar de modos alocados o políticos", dijo Garavano en una entrevista con Perfil, consultado sobre si creía que es bueno o malo para el país que Cristina Kirchner esté presa.
"El buen juez es aquel que tiene equilibrio para resolver sin presiones, ni de la opinión pública, ni del gobierno de turno, ni de una empresa. Si la ex presidenta cometió delitos, tendrá que ser juzgada y condenada, y eventualmente en ese momento tendrá que cumplir la pena que le impongan. Pero no hay que apresurar reacciones", agregó el Ministro.
Pensamiento del editor |
Esta situación agudiza la contradicción de impulsar una enorme embestida contra Lázaro Báez por la corrupción con la obra pública, y no apuntar contra los jefes del empresario o al menos los que desde el poder posibilitaron su exponencial crecimiento patrimonial.
Es que la citación como imputada de la ex Presidenta a los tribunales de Retiro en abril sin duda fueron una derrota política para el Gobierno, que vio cómo Cristina retomaba la agenda mediática y convertía una debilidad en puro rating para su proyecto personal.
El inconveniente es que el Gobierno debe esperar mucho más que eso. Cristina está imputada en la causa conocida como "ruta del dinero K", por supuesto lavado de dinero, pero también en una nueva causa "Los Sauces", por falsificación de documentos públicos.
Además, el juez Claudio Bonadío la acusa por la venta de dólar futuro, causa que investiga una maniobra de transacciones cambiarias que derivaron en pérdidas millonarias para el Banco Central.
“Es un suicidio colectivo, hay una sobredosis de Comodoro Py”, había advertido el fiscal Jorge de Di Lello al aludir a la judicialización de las disputas políticas que buscan una resolución en los tribunales. Di Lello fue justamente el fiscal que debió pronunciarse sobre la hora de finalización del mandato de la ex Presidenta por las diferencias en torno a la asunción de Mauricio Macri ante el Congreso, a fines de 2015.
Este insólito episodio, tal vez, haya dado un punto dio inicio a la extrema judicialización de la política que, como advirtió este medio, ingresa en un proceso de consecuencias impredecibles.
El caso de Brasil bien puede tomarse como el testigo vecino de un proceso que amenaza con devorarse a todo el sistema político, enmarcado en la megacausa del Petrolao que conduce el juez federal Sergio Moro desde Curitiba, capital de Paraná.
El embate contra el PT incluyó una innecesaria detención forzada de Lula da Silva, en su casa de San Pablo. Al igual que acá, en Brasil los petistas aprovecharon la citación para relanzar al ex presidente en la contienda electoral. Con todo, la inminente caída de Dilma puede terminar envenenando la política brasileña durante años, sobre todo cuando sus adversarios están también involucrados en el Petrolao.
lapoliticaonline.com
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