El síndrome del "pato rengo" ya preocupa a los últimos barones del conurbano
El coto a la reelección indefinida abrió un panorama inédito en la política bonaerense, adelantando bruscamente los procesos de sucesión.
Los últimos barones del conurbano son los más desencajados. No sólo porque ostentan cargos inverosímiles y que ahora estarían prohibidos por ley, sino porque el deadline de 2023 los obliga a convivir en cuenta regresiva con el síndrome del pato rengo.
Como se sabe, el pato rengo es el político que se aproxima a la fecha en que debe dejar su puesto y que, al no ser capaz ya de seguir el ritmo de la bandada, se convierte en blanco de los depredadores.
Los intendentes que logren ser reelectos en 2019, asumirán sus cargos como Cristina Kirchner en 2011, en una calle sin salida. Las fuentes consultadas auguran incluso que muchos de ellos no se animarán a ese precipicio y acaso preferirán despedirse en 2019.
Será una guerra de guerrillas, es decir, el hostigamiento del enemigo en su propio terreno. Los posibles reemplazos de los barones, que promedian más de una década marginados, comenzarán ahora a asomar la cabeza. A presionar parar armar las listas con la excusa de cuidar sus propias candidaturas en 2023.
Algunos barones se la veían venir y eligieron sucesores confiables. Por caso, vale el de Juan José Mussi, un experimentado dirigente que supo dejar a su propio hijo en el poder y sortear este amargo camino. De esta forma, y si bien en Berazategui la popularidad de Patricio nunca fue la del padre, el joven peronista ganó bien las últimas dos elecciones.
Algo similar ocurriría al menos en Ituzaingó y en Ezeiza, donde dos veteranos caciques como Alberto Descalzo y Alejandro Granados orientan su estructura para cobijar en el poder a sus respectivos hijos.
Si bien la ley es igual para todos, no golpea en gran medida a los flamantes intendentes del PRO. Por dos razones. Porque todos ellos fueron gestados en el marco de esta norma, y porque además al ser justamente nuevos no arrastran internas tan prolongadas como peligrosas.
Sin ir más lejos, las oficinas de prensa de Morón y Pilar sacaron sendos comunicados de sus intendentes Ramiro Tagliaferro y Nicolás Ducoté celebrando la decisión de la Legislatura.
Por una razón u otra, los barones derrotados el año pasado sucumbieron dentro de este panorama. Son los casos de Hugo Curto, Raúl Othacehé, Jesús Cariglino, Mariano West, Luis Acuña, Humberto Zúccaro, todos con varios mandatos encima. Perdieron en 2015 una elección que se asemejó a la de 2007, donde hubo también un recambio grande especialmente en el conurbano sur.
Sin embargo, haber perdido no es un consuelo ni mucho menos. La falta de poder es deprimente para algunos dirigentes mal acostumbrados. Por caso, vale el de Fernando Espinoza, que le cuesta dejar la envestidura de alcalde matancero y persigue a Verónica Magario por todos lados.
lapoliticaonline.com
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