El legado impune de Moreno en el Indec
El paso del exsecretario de Comercio Interior K por el organismo público dejó como principal correlato el falseamiento de las estadísticas oficiales. Violencia, ñoquis, barrabravas y personal jerárquico contratado sin el secundario completo es parte de la herencia del polémico exfuncionario.
La intervención del Indec (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) por parte del expresidente Néstor Kirchner, en febrero de 2007, hizo que entrara en acción el exsecretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, junto con toda una patota que se dedicó a desvirtuar las estadísticas públicas e instalar un régimen de terror interno, destruyendo la credibilidad de las cifras oficiales.
El cambio de gobierno y la llegada de Mauricio Macri al poder abrió la posibilidad de acabar con la violencia y el autoritarismo ejercido por el exfuncionario K, un accionar que hoy repite en estudios de televisión con poco éxito, intentando explicar lo inexplicable de una gestión cargada de errores e irregularidades.
Durante los ocho años en que manejó a su antojo los destinos del Indec, Moreno aumentó la plantilla de empleados en un 85% llenando el instituto de “ñoquis” con el agravante de que echó a empleados de carrera y capacitados para las estadísticas públicas, para poner en su lugar a militantes kirchneristas y barrabravas sin ningún tipo de preparación técnica.
Tan delicado fue el escenario que dejó el kirchnerismo en el organismo, que solo el 38% del personal tenía conocimientos técnicos y profesionales en el manejo de datos públicos. A eso se le sumó que el 32% de la nómina laboral del instituto tenía la secundaria incompleta, marcando la profunda agonía heredada por Cambiemos.
Atropellos feroces
La prepotencia como manera de manejarse en su vida pública es uno de los rasgos característicos de Guillermo Moreno. Ese manejo también lo trasplantó a la institución donde, a lo largo del gobierno kirchnerista, el 10% de los trabajadores pidió licencias médicas ante el acoso laboral y psicológico ejercido por los morenistas al no seguir con el manual de estilo de estadísticas falsas.
En este sentido, innumerable cantidad de personal técnico sufrió modificaciones en su método de trabajo, lo que llevó a que más de 200 profesionales con décadas de trabajo y conocedores de los mecanismos que habían dado resultado por años, se fueran del Indec indignados por el accionar oficial.
A ello se le agregó el desmantelamiento de áreas estratégicas para las mediciones públicas como la Dirección Nacional de Cuentas Internacionales por ejemplo, que es la encargada de generar las estadísticas del sector externo, a la cual se la vació de empleados pasando de los 45 que estaban en 2007, a los 16 en 2015; 12 de los cuales no tenían la capacidad técnica para efectuar registros certeros y válidos.
Otro de los sectores donde se vivió un verdadero desguace fue en el nivel dirigencial. Exdirectores de la gestión K como Beatriz Paglieri, Norberto Izcovich y Ana María Edwin, avalaron bajo su gestión que se relevaran empresas inexistentes para medir los fantasiosos índices inflacionarios K, así como también enviaron a militantes, la mayoría de ellos de La Cámpora, a efectuar estudios de campo que en su mayoría eran usados políticamente por el kirchnerismo.
Una pequeña muestra de lo fatídico que fue el paso de Moreno por el Indec y que hizo que la Argentina perdiera la confianza internacional en sus estadísticas, cuestión que desde el Gobierno nacional están tratando de revertir con profesionalismo y eficiencia.
Patoteros, en acción
El exsecretario de Comercio Interior no estuvo solo en el desguace y destrucción del Indec, sino que para ello contó con un sinfín de hombres en el organismo, conocidos como “la patota de Moreno”, que se encargaba de amedrentar a todo aquel que se opusiera al exfuncionario K.
Un papel central en este accionar cumplió el gremio Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), que a través de su titular, Andrés Rodríguez, llegó a un acuerdo con Moreno para colocar en la planta fija del organismo a más 200 personas que respondían directamente al líder sindical.
Moreno habría tomado a UPCN como la punta de lanza para romper con la histórica independencia política del Indec, metiendo en su interior a personajes que respondían ciegamente a las órdenes emanadas desde la Casa Rosada.
Este accionar patotero le costó al Estado 250 millones de pesos en sueldos, que estuvieron destinados a generar miedo en el personal del organismo para que no se mostrara todo aquello que el relato K buscaba ocultar a la población.
diariohoy.net
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