Los DDHH carecen de límites si de Macri se trata.

De los Derechos Humanos a la agresión


El repudio a cualquier   manifestación vertida por un referente  político, sobre todo   si   se   encuentra   en   el   ejercicio   de   un   cargo   público   es   un   derecho fundamental de cualquier ciudadano y debe ser respetado, entendiendo como únicos límites la falta de respeto a la investidura y por supuesto la agresión física.
Esta semana el presidente Mauricio Macri se refirió en una  entrevista   a un medio extranjero a las violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura y retomó la línea de pensamiento que sugiere la presencia de una "guerra sucia", para minimizar entonces el accionar terrorista del Estado.
Incluso fue   más allá   y  puso  en  duda  en  número  de   desaparecidos,  lo   que generó críticas desde organismos de Derechos Humanos y sectores políticos progresistas,   que   ejerciendo   su   pleno   derecho   a   repudiar   los   dichos   del mandatario, lo hicieron en cuanto foro estuvo dispuesto a escucharlos.
Lamentablemente, como suele ocurrir en estos casos, un grupo decidió superar los límites que impone el buen funcionamiento democrático, la tolerancia y la convivencia social, y durante una visita del presidente junto a la gobernadora María Eugenia Vidal a Mar del Plata, la emprendieron a "piedrazos" contra el auto en el que se trasladaba.
Las palabras del mandatario pueden ser cuestionadas, repudiadas, criticadas en todo sentido, pero es muy difícil entender porque algunos grupos se creen con   derecho   a   pasar   el   umbral   y   convertir   el   repudio   en   agresión   física, poniendo   en   riesgo   la   integridad   no   solo   del   presidente,   sino   de   todos   los presentes.
Además, conductas de este tipo refuerzan incluso más que los dichos de Macri, la   idea   de   que   hubo   una   guerra   con   violentos   de   ambos   lados   y   una intolerancia supina que los argentinos aún hoy no logramos resolver.

novargentina.com

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