El problema Zaffaroni
Sería bueno que las penosas declaraciones del magistrado sobre el fallecido fiscal Nisman provoquen finalmente la reflexión sobre quién es esta persona y la malevolencia de su pensamiento.
Si Nisman estuviera vivo, creo que yo lo ahorco, porque me hizo leer su denuncia". Eugenio Zaffaroni
El problema con Eugenio Zafaroni no es la flagrante falta de respeto a la memoria del ex fiscal general para el caso AMIA, Dr. Natalio Alberto Nisman, cuya muerte violenta todavía sigue siendo un misterio sin revelar.
El problema no es que un ex juez de la Corte Suprema se burle de una denuncia por el presunto encubrimiento del atentado terrorista más grave de la historia argentina y que le costara la vida a 85 compatriotas y múltiples heridas a otros 300 argentinos.
El problema no es que un actual magistrado de un Tribunal supranacional emita opinión sobre una causa abierta que, eventualmente, podría recaer en esa sede judicial para su tratamiento y resolución.
El problema no es que exista un juez militante del kirchnerismo de los pies a la cabeza y que no tenga el más mínimo pudor en demostrarlo.
El problema no son sus delirantes reflexiones, que excitan por igual a estudiantes de Derecho, graduados, magistrados judiciales, periodistas y anarquistas decadentes.
El problema no son sus postulados y sentencias alejadas del sentido común, de la lógica y hasta de la cordura.
El problema no es la inversión del paradigma del Derecho Penal, convirtiendo al criminal en víctima de la sociedad, y a ésta en victimaria de los excluidos.
El problema no es la biblia abolicionista que reza, entre otros dislates, que el "delito" es una "creación política". Que el Proceso Penal es una farsa de los poderosos, quienes les quitaron a los particulares el "conflicto" y la posibilidad de resolverlo entre ellos. Que la cárcel "no sirve para nada". Que el Estado no está "legitimado" para imponer penas. Que la pena es otro "hecho político" para llenar de pobres e indigentes las "agencias" policiales y penitenciarias, para "saciar" las ansiedades de las clases dominantes o del imperio, frente a la "sensación de inseguridad".
El verdadero problema es que su "doctrina" está instalada en la República Argentina como obligatoria en facultades de Derecho, institutos de postgrado, Consejos de la Magistratura y lleva treinta años lavando cerebros. Esperemos que sus últimas, penosas declaraciones provoquen finalmente la reflexión sobre quién es esta persona y la malevolencia de su pensamiento.
infobae.com
Marcelo Romero
Marcelo Romero
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