El hecho se produjo este jueves 19 en la entrada a la localidad de Lucila del Mar. Los estudiantes masculinos, muchos de ellos menores fueron obligados a bajar del micro y revisadas sus pertenencias. Ante la negativa inicial de algunos de ellos, fueron presionados y amedrentados para acatar la orden policial.
El hecho se produjo este jueves 19 en la entrada a la localidad de Lucila del Mar. Los estudiantes masculinos, muchos de ellos menores fueron obligados a bajar del micro y revisadas sus pertenencias. Ante la negativa inicial de algunos de ellos, fueron presionados y amedrentados para acatar la orden policial.
El hecho no llamaría la atención si se tratase de una escena del conurbano, máxime teniendo en cuenta el crimen del jóven colectivero que tomó estado público y generó movilizaciones de trabajadores del sector y vecinos de La Matanza. Es más, allí la gente pide estos operativos y la vuelta de la gendarmería para patrullar las calles.
Lo curioso, es que esta requisa sucede en una zona y un medio de transporte que está muy lejos de sufrir esta problemática. Los pasajeros se conocen, alumnos y docentes en su mayoría de los institutos de formación docente y de la escuela técnica de Santa Teresita, estos últimos menores de edad, que cursan doble escolaridad y se levantan a las 5 de la mañana para ir a estudiar a otras localidades. Cabe destacar que el hecho se produjo aproximadamente a las 19 horas.
Según relatan testigos y se puede observar algo en las imágenes de un video que se viralizó en las redes sociales, ante lo insólito del caso, algunos estudiantes bromearon y en un principio se negaron a la requisa, lo que motivó la enérgica orden del personal policial para que acaten la medida. Los masculinos fueron obligados a bajar del micro y entregar los documentos, lo que puso serias las cosas y muchos se preguntaron que habría pasado.
La respuesta llegó de un personal policial femenino que afirmó que era una orden de la superioridad debido al asesinato del chofer de la linea 620 de Virrey del Pino, pcia de Buenos Aires.
Hasta aquí lo anecdótico del procedimiento, pero al trascender el suceso, el malestar comenzó a gestarse y la polémica ganó rápidamente los medios y las redes sociales. Muchos, la mayoría, repudiando la acción policial, en especial el gremio docente local que se pronunció en contra de la medida y exigió a través del ministro de educación de la provincia Sanchez Zinny, que “arbitre los medios para proteger la integridad física y psicológica de todxs lxs estudiantes del Partido de La Costa, y por su intermedio a la gobernadora María Eugenia Vidal, el cese de estos operativos policiales que no hacen más que violar la Constitución Nacional y los tratados internacional a los que ha adherido el Estado argentino”.
Otros, los menos, a favor, argumentando la necesidad de estos procedimientos y opinando que quienes se oponen a esto, “nada les viene bien, si actúan porque actúan, si no actúan porque no actúan”. Lo cierto es que esta polémica no le viene nada bien a la comunidad del partido de La Costa, sigue profundizando la brecha entre unos y otros, pero esto es motivo de un análisis más amplio que nos daremos en otra oportunidad.
Otra acción política -porque en realidad se trata de esto- incorrecta de un gobierno que pregona un cambio cultural y dijo venir a unir a los argentinos, cuando en realidad, a partir de su impericia, hace todo lo contrario, toma medidas que enfrentan aún más a sus habitantes.
Si las autoridades policiales creyeron conveniente sacar sus efectivos a la calle para mostrar una respuesta ante el lamentable asesinato del colectivero, en el partido de La Costa se equivocaron de lugar. Aquí la hipótesis de conflicto no es un colectivo, ni un menor armado que pueda atentar contra un chofer o los pasajeros, es el patrullaje de los barrios para prevenir el robo impune de viviendas en ausencia de los moradores. Casas desvalijadas por doquier, en todas las localidades, que causan un profundo daño material y espiritual.
Si la policía de la provincia se atreve a dar este paso, seguramente recibirá el aplauso del conjunto de la población; sin brechas ni grietas, sin importar los colores políticos, todos estarán de acuerdo con esta medida.
De lo contrario todo seguirá siendo, poco pan y mucho circo.
faronoticias.com.ar
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