Objetivos de la Educación:
Los principios
fundamentales de un sistema educativo deben tener presente y respetar:
~ El derecho a la educación y la libertad de
enseñanza.
~ El carácter permanente de la educación.
~ El derecho de los padres a educar a sus hijos y
a escoger el establecimiento de enseñanza y el deber de los padres de educar a
sus hijos
~ La obligatoriedad de la educación básica.
~ La responsabilidad del Estado limitada a
financiar un sistema gratuito que haga posible el acceso a la educación
obligatoria y la responsabilidad destinada al fomento de la educación, la
ciencia, la cultura y la protección e incremento del patrimonio cultural.
~ La responsabilidad de la comunidad en el
desarrollo y perfeccionamiento de la educación.
~ El carácter no partidista de la enseñanza
reconocida oficialmente.
La educación puede
interrumpir a través del conocimiento y la formación en valores y actitudes, la
reproducción de la pobreza y la desigualdad desarrollando una sociedad más
justa e integrada al dotar de igualdad de oportunidades, cuando a partir de
condiciones diferentes se alcanzan resultados semejantes.
No alcanza con
aumentar cuantitativamente las oportunidades y mejorar los aprendizajes de base
para todos los educandos (“capital humano de base”) sino también invertir en el
desarrollo de un “capital humano avanzado” par permitir la inserción en la
sociedad de conocimiento y el aprendizaje.
Los jóvenes con talento deben poder acceder a una educación superior en calidad de manera equitativa en el acceso, permanencia y egreso; así se dará impulso a la formación de cuadros científicos y tecnológicos aumentando el conocimiento.
Los jóvenes con talento deben poder acceder a una educación superior en calidad de manera equitativa en el acceso, permanencia y egreso; así se dará impulso a la formación de cuadros científicos y tecnológicos aumentando el conocimiento.
La educación debe
satisfacer tres principios fundamentales: robustecer la formación moral, elevar
el nivel de conocimientos y habilidades de base (lengua, matemáticas y
ciencias) y elevar las competencias instrumentales (idiomas, alfabetización
digital, formación técnica.
Desafío moral: La educación debe formar las capacidades de
discernimiento, la formación en valores y en la asunción de las
responsabilidades e iniciativas. Familia, trabajo y ciudadanía demandan una
educación capaz de enseñar a sus alumnos a discernir, reflexionar, evaluar y
juzgar ante los conflictos de valores que se puedan presentar en la escuela y
fuera de ella.
Desafío cultural: Es necesario que nuestro país tenga una
población mejor formada en lenguaje, matemáticas y ciencias respecto a la
actual.
Desafío instrumental: Dos herramientas son imprescindibles, el
conocimiento de un idioma extranjero y computación. En un futuro no muy lejano
serán analfabetos quienes no puedan utilizar una segunda lengua o comunicarse o
realizar operaciones a través de u computador.
¿Cuál es la realidad en la Argentina? ¿Se persiguen estos objetivos?
¿Cuál es la realidad en la Argentina? ¿Se persiguen estos objetivos?
NO, sin lugar a dudas.
Es difícil que los argentinos lo reconozcamos. No nos damos cuenta o no queremos hacerlo, pero el problema más serio que tiene el país es su calidad educativa. El estado de situación de nuestra educación así lo demuestra.
Es difícil que los argentinos lo reconozcamos. No nos damos cuenta o no queremos hacerlo, pero el problema más serio que tiene el país es su calidad educativa. El estado de situación de nuestra educación así lo demuestra.
Repasemos a continuación tres puntos que resumen la
situación referida:
1) los niños, adolescentes y
jóvenes en edad escolar obligatoria (de 4 a 17 años) que concurren hoy a
escuelas argentinas no aprenden lo que debieran (desde hace más de una década,
la mayoría de los menores no termina la educación obligatoria señalada y, de
entre aquellos de 15 años que sí están en el aula, más del 50% no comprende lo
que lee);
2) las últimas evaluaciones
nacionales APRENDER 2016 indican que cerca de un 70% de los alumnos del último
año del secundario no puede resolver un ejercicio simple de Matemáticas;
3) la Argentina padece de una
vergonzosa desigualdad educativa: dependiendo del lugar de nacimiento y de
residencia, nuestro país tiene diferentes resultados educativos, lo cual quiere
decir que si a un niño le tocó en suerte nacer e ir a la escuela en Catamarca o
en Santiago del Estero, obtendrá una educación de calidad netamente inferior
que aquel que reside en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o en Córdoba (así lo
indican los resultados promedio de las pruebas APRENDER 2016 de las
jurisdicciones referidas).
Este es, a grandes rasgos, el estado de situación. Pero lo
asombroso es que este enorme problema que tenemos los argentinos no distingue de clases sociales (pese a que no lo percibimos): los logros promedio
de las escuelas de nivel socioeducativo alto del país alcanzan el logro
promedio de las peores del mundo desarrollado, según se desprende de los
resultados de los exámenes PISA. Pues bien, pese a estos datos, la sociedad civil argentina no se conmueve. No lo
percibimos. Los chicos que abandonan la escuela y
mueren asesinados por salir a robar armados (y drogados) no son vistos como
víctimas de la mala educación. Se identifica
el efecto, la inseguridad, pero no su causa, la tragedia educativa. Preferimos engañarnos. Es
conocida la encuesta realizada entre padres argentinos que responden que la
educación de sus hijos está muy bien, pero que la educación en el país está muy
mal.
De alguna manera, esta respuesta
sintetiza la posición de los diferentes actores del sistema: familias, alumnos,
docentes, sindicatos y Estado: “el problema no es nuestro, es de otros”. El
Estado responsabiliza al sindicato, el sindicato al Estado, los docentes a los
padres, los alumnos al sistema y, así sucesivamente, nos enfrentamos a una
serie de argumentaciones cruzadas que nos conducen al laberinto del engaño.
Si a esto le sumamos que el último año nos deja una serie de huelgas docentes en provincia de Buenos Aires, en Santa Cruz, en Chaco y en otras jurisdicciones del país, que significaron la pérdida de muchos días de clase; que un intento de reforma del secundario en Ciudad de Buenos Aires motivó la toma de varias y diferentes escuelas públicas por más de 30 días por parte de los alumnos; y que el planteo de una evaluación de los estudiantes de los institutos de formación docente hizo reaccionar a los sindicatos manifestando su oposición, la tensión existente entre los distintos actores del sistema es alta.
Durante el Kirchnerismo, se intentó aumentar la retención a nivel secundario pero no logró modificar la repitencia; se intentó incorporar a nuevos sectores desarrollaron programas “socioeducativos” destinados a jóvenes en contextos de vulnerabilidad expandiendo un modelo institucional que no estaba diseñado para la retención, el aprendizaje ni el egreso de todos sus estudiantes.
También se implementó el programa “conectar igualdad” a los ponchazos porque muchos docentes desconocían el uso de las netbooks.
Actualmente, los gremios docentes han asumido una posición sumamente radicalizada, negándose a acuerdos salariales sobre cifras que podrían ser aceptables dentro del contexto económico nacional pero que son rechazados para sostener una conducta política partidaria intransigente.
Si a esto le sumamos que el último año nos deja una serie de huelgas docentes en provincia de Buenos Aires, en Santa Cruz, en Chaco y en otras jurisdicciones del país, que significaron la pérdida de muchos días de clase; que un intento de reforma del secundario en Ciudad de Buenos Aires motivó la toma de varias y diferentes escuelas públicas por más de 30 días por parte de los alumnos; y que el planteo de una evaluación de los estudiantes de los institutos de formación docente hizo reaccionar a los sindicatos manifestando su oposición, la tensión existente entre los distintos actores del sistema es alta.
Durante el Kirchnerismo, se intentó aumentar la retención a nivel secundario pero no logró modificar la repitencia; se intentó incorporar a nuevos sectores desarrollaron programas “socioeducativos” destinados a jóvenes en contextos de vulnerabilidad expandiendo un modelo institucional que no estaba diseñado para la retención, el aprendizaje ni el egreso de todos sus estudiantes.
También se implementó el programa “conectar igualdad” a los ponchazos porque muchos docentes desconocían el uso de las netbooks.
Actualmente, los gremios docentes han asumido una posición sumamente radicalizada, negándose a acuerdos salariales sobre cifras que podrían ser aceptables dentro del contexto económico nacional pero que son rechazados para sostener una conducta política partidaria intransigente.
Visto este panorama, proponemos dos puntos que debieran
ser encarados, porque la situación reclama acciones urgentes:
1. En primer lugar, debe
reconocerse el problema y no minimizarlo. Abstrayéndonos por ahora de
las causas, es importante que asumamos que estamos en “emergencia educativa”,
tal como establece el art. 110 de la Ley 26.206: el riesgo de no educar ya pasó
de ser un riesgo para convertirse en realidad, y la Ley de Educación Nacional
que, desde hace más de una década, garantiza “las condiciones materiales y
culturales para que todos los alumnos logren los aprendizajes comunes de buena
calidad independientemente de su origen social, radicación geográfica, género o
identidad cultural” no se cumple (entre otras muchas que tampoco se cumplen). Asumir esta dura realidad es una obligación moral.
Negarla es contribuir al engaño.
2. En segundo lugar, debemos hacer todos los intentos,
todos, para acordar los pasos concretos que deben recorrerse cuanto antes para
salir de esta situación (y que la misma no se agrave). Llegó
el momento de Pacto Educativo Nacional. No es posible que las posiciones
extremas impidan trabajar juntos a representantes de los sindicatos, de los
gobiernos respectivos, del mundo académico y político, y de organizaciones
sociales y de padres, en pos de la mejora de la escuela pública. Mucho más
importante que las diferencias es el futuro de la Nación. El tema requiere de
un esfuerzo sublime de todos por escuchar y comprender las distintas propuestas
y superar las diferencias en un Pacto Nacional, en este caso educativo que, así
como en 1983 puso en el centro a la democracia, ahora dé prioridad a la
educación. Es que debemos entender que es la base
de la República.
Es por eso que reunir a estos representantes (por una semana o por los días que fueren menester) en algún lugar del interior de nuestro país a trabajar exclusivamente en un acuerdo, debiera resultar en un acto de madurez y responsabilidad de los adultos hacia el principal desafío que tenemos como Nación: unirnos en pos de la mejora educativa nacional. Sin esta base, será muy difícil imprimir la contundencia y la fuerza transformadora que la cuestión supone.
Es por eso que reunir a estos representantes (por una semana o por los días que fueren menester) en algún lugar del interior de nuestro país a trabajar exclusivamente en un acuerdo, debiera resultar en un acto de madurez y responsabilidad de los adultos hacia el principal desafío que tenemos como Nación: unirnos en pos de la mejora educativa nacional. Sin esta base, será muy difícil imprimir la contundencia y la fuerza transformadora que la cuestión supone.
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